LA VILLARCAYESA

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A pesar de que actualmente se conoce esta zona de Burgos por sus morcillas de arroz, fue el chorizo el que hizo famoso fuera de sus fronteras regionales a Villarcayo. De hecho la fabricación de morcillas en la zona, fuera de la labor artesanal que acompaña la matanza, es bastante reciente históricamente hablando, remontándose en su historia aproximadamente a comienzos de la década de los 50. Sin embargo, el chorizo de Villarcayo ya se comercializaba en las primeras décadas del siglo XX.

A finales del siglo XIX dos familias de Villarcayo, los Ortiz y los Uriarte, eran conocidas por la gran calidad que poseían sus productos elaborados de la matanza. Será a comienzo de las primeras décadas del siglo XX cuando ambas familias decidan pasar de la pequeña fabricación familiar hacia una de tipo industrial.

La fábrica “La Castellana” comenzó como marca registrada de embutidos en 1916, siendo administrada actualmente por la tercera generación. Otra familia, los Uriarte, era conocida por los buenos productos que distribuían entre sus conocidos, hasta que en los años 1920 tres hermanos crearon sendas fábricas de embutidos: “La Predilecta”, “La Villarcayesa” y “La Fama”. En los años 60 se integran en URISA. El grupo empresarial familiar llegó a emplear a más de 200 trabajadores en los años 70 lo que da idea de su relevancia en una localidad que en esa época no superaba los 4.000 habitantes. La crisis de los 80 afectó a este tipo de empresas familiares y la fábrica dejó de funcionar en 1984.

Ese mismo año dos jóvenes hermanos, Fausto y Ricardo, nietos de Valentín Uriarte, fundador de La Villarcayesa, comienzan su proyecto empresarial en Cantabria en las instalaciones de Los Timoteos en La Albericia.

El proceso de fabricación en la fábrica santanderina sigue empleando métodos tradicionales, siendo especialmente reconocido el adobo de sus productos cárnicos, entre los que destaca el lomo, el chorizo, la panceta o la costilla centrando sus esfuerzos en la comercialización de estos productos.

Los hermanos Uriarte presentan en el año 2000 un proyecto que obtuvo el beneplácito de la Consejería de Agricultura y Ganadería, levantando un complejo industrial en el Polígono de Cros (Camargo), instalando varios secaderos de última generación para la mejora de sus productos.

También a principios de siglo se crea la segunda marca Pueblo de Picos para satisfacer a los paladares cántabros siendo distribuida por Somagar, una de las comercializadoras de alimentos con más implantación en la geografía regional.

Después de más de 35 años en Cantabria entre sus dos marcas manufacturan más de 250 toneladas al año.